¡Que nadie se entere de la Isla de los Pájaros!
Oscar Treviño Jr.
Embarcaciones de pequeños navíos, pescadores humildes pero atentos y serviciales, aldeas todavía rústicas con humildes fondas que sirven los más exquisitos manjares, es el inicio de una de nuestros mejores maravillas, nuestro destino: la Laguna Madre.
La Laguna Madre poco difundida a pesar de la existencia de esa nueva ave, rosa pálido con tres franjas bien definidas de rosa mexicano sin similitud con los flamingos, pero de una rara belleza y que los pescadores llaman: "Coco".
La laguna es una vasta extensión de agua salada con aproximadamente 230 kilómetros de longitud que empieza en la Boca del Río y finaliza en La Pesca.
Sus habitantes, su inmensa mayoría pescadores, no hablan de su flora y fauna, tal vez porque están atareados con sus artes de pesca y porque dependen de la laguna para sobrevivir.
La Laguna Madre comprende los únicos seis ecosistemas hipersalinos del mundo, con abundande riqueza en humedales, sus médanos colindan con el Golfo de México.
De hecho esta laguna desairada por los propios habitantes de Matamoros, ocupa el segundo lugar en América Latina en extensión.
Los datos históricos escasean, porque ni los cronistas ni los historiadores de Matamoros se han dado a la tarea de recopilarlos.
VAMOS A LA LAGUNA MADRE
Para ir a la Laguna Madre desde Matamoros se toma la carretera a San Fernando y frente al ejido El Pereño, se ubica un letrero llamado "El Mezquital".
Se toma esa desviación y justo a 58 kilómetros aproximadamente después de pasar varias salineras identificadas con estacas y algunos lagos se llega a nuestro destino.
Primero la comunidad de Las Higuerillas y enseguida El Mezquital.
En el camino se siente el aire fresco, se aprecia la hilera de mezquites, nuestro árbol nativo en la orilla de la carretera y se pueden ver algunas pequeñas comunidades agrícolas.
Un pequeño muelle es el inicio para tomar un pequeño navío y adentrarse en esa Laguna Madre, donde faltan ojos para captar la inmensidad.
Sigfredo Castillo Ramos y José Luis Santander, pescadores que emergen de la laguna nos transportaron a los diferentes lugares.
LAS DUNAS DE LAS ESCOLLERAS
La sensación de aire puro, las humildes casitas, los pescadores tejiendo sus redes, los conductores del navío zigzagueando para evitar las trampas de las charangas no impiden el deleite visual, casi mágico.
El ruido del motor de la lancha revive en esa agua a veces azul a veces verde, celeste, verde obscuro, pero que nunca deja de ser clara.
Y van apareciendo las dunas, altivas por su blancura entre los mezquites, entre los matorrales en ese raro verdor.
El maravilloso ecosistema se puede percibir, tocar y pisar esa arena que castiga cuando subes a la cima.
Desde allí se puede observar ese azul salino y el Golfo, se siente aire fresco, diáfano y tranquilo, hasta los insectos resaltan en esas dunas en busca de alimento.
El tiempo se detiene. No hay más que admirar la belleza de la naturaleza.
LA ISLA DE LOS PAJAROS
Bastan 20 minutos desde el Puerto El Mezquital para llegar a la "Isla de los Pájaros" que celosamente sin proponérselo cuidan los pescadores.
"La Isla de los Pájaros" es pequeña, tan pequeña que por su majestuosidad resalta, las aves revolotean y se esquivan para evitar el choque".
Allí está la creación divina, allí se guarda el secreto de la vida y no por algo la habitan 450 aves acuáticas, semiacuáticas y terrestres, dicen los informes de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Anidan las aves en sus formas, tamaños y colores desde gaviotas, pelícanos blancos, "borregones" -una especie de pelícanos-, garzas, tildillos playeros, patos de cabeza roja, entre muchas aves más".
La zona ofrece lugares de refugio, alimentación y anidación de manera permanente para 144 especies de aves residentes, de las cuales el 2.7 por ciento sólo habitan en nuestro país.
LA DEFENSA DE LAS AVES
Enrique Lozano Garza, presidente de la Sociedad de Cooperativas Pesqueras del Norte, ha dicho:
"El hombre es un depredador natural, imagínate que llegue un turista y vea a un polluelo indefenso se lo querrá llevar y así vendrá una, otra y otro".
"Se querrán llevar los huevos para conservarlos de recuerdo, se haría un caos, por eso los pescadores no llevan a los pocos turistas que acuden a esa zona".
"Solamente de lejos, como a 75 metros de distancia de la `Isla de los Pájaros" podemos acercarnos, ni un metro más".
"Nos hace falta cultura para preservar los ecosistemas".
LAS AVES SE DEFIENDEN
Junto con el equipo del Módulo de Información Turística e Internacional arribamos a la zona prohibida.
Había que pisar con extremo cuidado...pero al tiempo de llegar a la orilla una vez que caminamos por entre el agua de la Laguna Madre, las aves alzaron el vuelo.
El cielo se cubrió de aves multicolores encima nuestra y se hizo una lluvia de excremento que casi desistimos de acercarnos.
Pudimos apreciar los nidos. Huevos de color verdoso con tintes pequeños más obscuros.
Pero luego había muchos, más de 32 huevos esparcidos caprichosamente en la tierra, blancos con pequeños círculos obscuros y las aves graznaban y seguían volando en círculos.
ALLI SE HACE LA VIDA
En la "Isla de los Pájaros" se encuentra una pequeña casa de madera de cartón obsuro, alguna vez alguien vivió allí pero nuestros guías no lo recuerdan.
Sin embargo esa casa asemeja un palomar gigantesco para las aves, que caprichosamente saltan, vuelan, se reúnen a cantar.
Donde mueren las olas del mar, en esa isla de aves pudimos apreciar a la naturaleza en su clímax.
Dos caracoles revueltos de cieno, de liquen y una substancia verdosa obscura se besaban, apenas podía verse su color natural.
Pero allí estaban desovando entre la quietud interrumpida por nuestra presencia.
Cuando uno parte de la "Isla de los Pájaros", se queda un grato recuerdo y sonríe por esa maravilla de la naturaleza que tenemos los matamorenses.
EL ENTORNO
El clíma de la Laguna Madre es templado subhúmedo con huracanes en verano y nortes en invierno.
Posee lagunas costeras, playas, marismas, pastos, dunas, bajos y barras.
La profundiad media es de nueve metros aproximadamente, cuya temperatura promedio en verano es entre 20 y 24 grados centígrados.
Tiene una biodiversidad como moluscos, crustáceos, foraminíferos, aves, halófitas, matorral espinoso, selva baja, algas.
Hay zona pesqueras importantes por especies de valor económico como jaiba, camarón y peces como el pámpano, tambor, pargo, corvina, lisa, entre otras especies.
Cifras conservadoras indican que la Laguna Madre en Tamaulipas genera cerca de tres mil 600 toneladas de camarón al año.
EL ANFIBIO
En la travesía se ubica un anfibio, es impresionante una estructura de aproximadamente cinco toneladas, como diría uno de los acompañantes "un carrotote".
El propietario es Dionisio "Nicho" Pérez Casillas, cuya cesión otorgada por SEMARNAT se ubica a corta distancia del canal de navegación.
"Hace 12 años que la tengo. Es un anfibio que circula por la orilla de la laguna y que puede entrar valiéndose de sus propelas para que las personas pesquen con su ril".
"No está hecha para oleaje, pero podemos cruzar barras y alcanza una velocidad de 30 millas por hora".
"La usamos entre un grupo de amigos para venir a pescar a soltar el `estress' y casi preparándonos para el futuro".
"Solamente nos reunimos un grupo de amigos y venimos a pescar de jueves a domingo".
DUEÑO DE BARRA DE BOCA CIEGA
La Barra de "Boca Ciega" tiene un dueño. Es una grácil ave, tal vez nuestra propia ave, la que nos de una identidad ante el mundo.
Los pescadores la llaman: "Coco".
Estaba ante nosotros tal vez por muchos años pero como forma parte del entorno, para los pescadores esas aves son muy comunes.
Cuando nos dirigíamos a "Boca Ciega", los ojos de todos se volvieron a esa ave, que sin inmutarse se alimentaba en las bajas aguas de la Laguna Madre.
Y allí estaba con otras aves...Sobresalía por su color. Nada arrogante por su belleza, simplemente comía.
"¡Detenga la lancha por favor, ¡deténgala!", los guías pensaron en un accidente y señalamos al ave.
- Ah, eso. Eso es un "Coco" -dijo Sigfredo-.
- Puedes acercarte.
Temiendo que el ave se asustara y volara, el guía apagó el motor...El ave hurgaba entre el agua.
Se sacudía y seguía buscando alimento: de cuello no muy largo blanco, con pico largo.
Su plumaje es de un tono rosado y de sus alas una franja de rosa fuerte, mexicano, cuando las levanta un poco se puede distinguir otra más.
Patas largas un poco cortas, pudiera ser un poco más alto que un gallo. Ningún pescador la ha capturado.
Los habitantes de Barra de Boca Ciega insisten en que el "Coco" una vez llegó y luego otro y otro.
Después apareció otra parvada de "Cocos", como diez aves buscaban afanosamente alimento en las aguas. Observarlas es un delite.
Uno se olvida de todo, las aves de colorido hipnotizan. No deja uno de apreciarlas, de observarlas detenidamente, ¡Dios, ojalá que no sea un espejismo!
Fotos y fotos, qué aves tan bellas y de fondo una maravilla natural, la Laguna Madre.
REGRESAR IRREMEDIABLEMENTE
De día, la Laguna Madre parece platearse con los rayos del sol pero como casi caída la tarde irremediablemente había que regresar.
Durante el trayecto el ocaso marcó el color oro en la Laguna Madre. Es inigualable, ni los mejores pintores pudieron concebir el escenario.
El desfile de las pangas indica las tareas: ¡el camarón está reventando!
Un navío de motor, lleva siete pequeñas embarcaciones de madera a las trampas de las charangas.
En el ocaso del día surgen las pangas afiladas, una y otra vez aparecen entre las aguas.
Un bonito espectáculo para un trabajo tan duro y allá se quedan a dormir los "Cocos" de rara belleza.
Embarcaciones de pequeños navíos, pescadores humildes pero atentos y serviciales, aldeas todavía rústicas con humildes fondas que sirven los más exquisitos manjares, es el inicio de una de nuestros mejores maravillas, nuestro destino: la Laguna Madre.
La Laguna Madre poco difundida a pesar de la existencia de esa nueva ave, rosa pálido con tres franjas bien definidas de rosa mexicano sin similitud con los flamingos, pero de una rara belleza y que los pescadores llaman: "Coco".
La laguna es una vasta extensión de agua salada con aproximadamente 230 kilómetros de longitud que empieza en la Boca del Río y finaliza en La Pesca.
Sus habitantes, su inmensa mayoría pescadores, no hablan de su flora y fauna, tal vez porque están atareados con sus artes de pesca y porque dependen de la laguna para sobrevivir.
La Laguna Madre comprende los únicos seis ecosistemas hipersalinos del mundo, con abundande riqueza en humedales, sus médanos colindan con el Golfo de México.
De hecho esta laguna desairada por los propios habitantes de Matamoros, ocupa el segundo lugar en América Latina en extensión.
Los datos históricos escasean, porque ni los cronistas ni los historiadores de Matamoros se han dado a la tarea de recopilarlos.
VAMOS A LA LAGUNA MADRE
Para ir a la Laguna Madre desde Matamoros se toma la carretera a San Fernando y frente al ejido El Pereño, se ubica un letrero llamado "El Mezquital".
Se toma esa desviación y justo a 58 kilómetros aproximadamente después de pasar varias salineras identificadas con estacas y algunos lagos se llega a nuestro destino.
Primero la comunidad de Las Higuerillas y enseguida El Mezquital.
En el camino se siente el aire fresco, se aprecia la hilera de mezquites, nuestro árbol nativo en la orilla de la carretera y se pueden ver algunas pequeñas comunidades agrícolas.
Un pequeño muelle es el inicio para tomar un pequeño navío y adentrarse en esa Laguna Madre, donde faltan ojos para captar la inmensidad.
Sigfredo Castillo Ramos y José Luis Santander, pescadores que emergen de la laguna nos transportaron a los diferentes lugares.
LAS DUNAS DE LAS ESCOLLERAS
La sensación de aire puro, las humildes casitas, los pescadores tejiendo sus redes, los conductores del navío zigzagueando para evitar las trampas de las charangas no impiden el deleite visual, casi mágico.
El ruido del motor de la lancha revive en esa agua a veces azul a veces verde, celeste, verde obscuro, pero que nunca deja de ser clara.
Y van apareciendo las dunas, altivas por su blancura entre los mezquites, entre los matorrales en ese raro verdor.
El maravilloso ecosistema se puede percibir, tocar y pisar esa arena que castiga cuando subes a la cima.
Desde allí se puede observar ese azul salino y el Golfo, se siente aire fresco, diáfano y tranquilo, hasta los insectos resaltan en esas dunas en busca de alimento.
El tiempo se detiene. No hay más que admirar la belleza de la naturaleza.
LA ISLA DE LOS PAJAROS
Bastan 20 minutos desde el Puerto El Mezquital para llegar a la "Isla de los Pájaros" que celosamente sin proponérselo cuidan los pescadores.
"La Isla de los Pájaros" es pequeña, tan pequeña que por su majestuosidad resalta, las aves revolotean y se esquivan para evitar el choque".
Allí está la creación divina, allí se guarda el secreto de la vida y no por algo la habitan 450 aves acuáticas, semiacuáticas y terrestres, dicen los informes de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Anidan las aves en sus formas, tamaños y colores desde gaviotas, pelícanos blancos, "borregones" -una especie de pelícanos-, garzas, tildillos playeros, patos de cabeza roja, entre muchas aves más".
La zona ofrece lugares de refugio, alimentación y anidación de manera permanente para 144 especies de aves residentes, de las cuales el 2.7 por ciento sólo habitan en nuestro país.
LA DEFENSA DE LAS AVES
Enrique Lozano Garza, presidente de la Sociedad de Cooperativas Pesqueras del Norte, ha dicho:
"El hombre es un depredador natural, imagínate que llegue un turista y vea a un polluelo indefenso se lo querrá llevar y así vendrá una, otra y otro".
"Se querrán llevar los huevos para conservarlos de recuerdo, se haría un caos, por eso los pescadores no llevan a los pocos turistas que acuden a esa zona".
"Solamente de lejos, como a 75 metros de distancia de la `Isla de los Pájaros" podemos acercarnos, ni un metro más".
"Nos hace falta cultura para preservar los ecosistemas".
LAS AVES SE DEFIENDEN
Junto con el equipo del Módulo de Información Turística e Internacional arribamos a la zona prohibida.
Había que pisar con extremo cuidado...pero al tiempo de llegar a la orilla una vez que caminamos por entre el agua de la Laguna Madre, las aves alzaron el vuelo.
El cielo se cubrió de aves multicolores encima nuestra y se hizo una lluvia de excremento que casi desistimos de acercarnos.
Pudimos apreciar los nidos. Huevos de color verdoso con tintes pequeños más obscuros.
Pero luego había muchos, más de 32 huevos esparcidos caprichosamente en la tierra, blancos con pequeños círculos obscuros y las aves graznaban y seguían volando en círculos.
ALLI SE HACE LA VIDA
En la "Isla de los Pájaros" se encuentra una pequeña casa de madera de cartón obsuro, alguna vez alguien vivió allí pero nuestros guías no lo recuerdan.
Sin embargo esa casa asemeja un palomar gigantesco para las aves, que caprichosamente saltan, vuelan, se reúnen a cantar.
Donde mueren las olas del mar, en esa isla de aves pudimos apreciar a la naturaleza en su clímax.
Dos caracoles revueltos de cieno, de liquen y una substancia verdosa obscura se besaban, apenas podía verse su color natural.
Pero allí estaban desovando entre la quietud interrumpida por nuestra presencia.
Cuando uno parte de la "Isla de los Pájaros", se queda un grato recuerdo y sonríe por esa maravilla de la naturaleza que tenemos los matamorenses.
EL ENTORNO
El clíma de la Laguna Madre es templado subhúmedo con huracanes en verano y nortes en invierno.
Posee lagunas costeras, playas, marismas, pastos, dunas, bajos y barras.
La profundiad media es de nueve metros aproximadamente, cuya temperatura promedio en verano es entre 20 y 24 grados centígrados.
Tiene una biodiversidad como moluscos, crustáceos, foraminíferos, aves, halófitas, matorral espinoso, selva baja, algas.
Hay zona pesqueras importantes por especies de valor económico como jaiba, camarón y peces como el pámpano, tambor, pargo, corvina, lisa, entre otras especies.
Cifras conservadoras indican que la Laguna Madre en Tamaulipas genera cerca de tres mil 600 toneladas de camarón al año.
EL ANFIBIO
En la travesía se ubica un anfibio, es impresionante una estructura de aproximadamente cinco toneladas, como diría uno de los acompañantes "un carrotote".
El propietario es Dionisio "Nicho" Pérez Casillas, cuya cesión otorgada por SEMARNAT se ubica a corta distancia del canal de navegación.
"Hace 12 años que la tengo. Es un anfibio que circula por la orilla de la laguna y que puede entrar valiéndose de sus propelas para que las personas pesquen con su ril".
"No está hecha para oleaje, pero podemos cruzar barras y alcanza una velocidad de 30 millas por hora".
"La usamos entre un grupo de amigos para venir a pescar a soltar el `estress' y casi preparándonos para el futuro".
"Solamente nos reunimos un grupo de amigos y venimos a pescar de jueves a domingo".
DUEÑO DE BARRA DE BOCA CIEGA
La Barra de "Boca Ciega" tiene un dueño. Es una grácil ave, tal vez nuestra propia ave, la que nos de una identidad ante el mundo.
Los pescadores la llaman: "Coco".
Estaba ante nosotros tal vez por muchos años pero como forma parte del entorno, para los pescadores esas aves son muy comunes.
Cuando nos dirigíamos a "Boca Ciega", los ojos de todos se volvieron a esa ave, que sin inmutarse se alimentaba en las bajas aguas de la Laguna Madre.
Y allí estaba con otras aves...Sobresalía por su color. Nada arrogante por su belleza, simplemente comía.
"¡Detenga la lancha por favor, ¡deténgala!", los guías pensaron en un accidente y señalamos al ave.
- Ah, eso. Eso es un "Coco" -dijo Sigfredo-.
- Puedes acercarte.
Temiendo que el ave se asustara y volara, el guía apagó el motor...El ave hurgaba entre el agua.
Se sacudía y seguía buscando alimento: de cuello no muy largo blanco, con pico largo.
Su plumaje es de un tono rosado y de sus alas una franja de rosa fuerte, mexicano, cuando las levanta un poco se puede distinguir otra más.
Patas largas un poco cortas, pudiera ser un poco más alto que un gallo. Ningún pescador la ha capturado.
Los habitantes de Barra de Boca Ciega insisten en que el "Coco" una vez llegó y luego otro y otro.
Después apareció otra parvada de "Cocos", como diez aves buscaban afanosamente alimento en las aguas. Observarlas es un delite.
Uno se olvida de todo, las aves de colorido hipnotizan. No deja uno de apreciarlas, de observarlas detenidamente, ¡Dios, ojalá que no sea un espejismo!
Fotos y fotos, qué aves tan bellas y de fondo una maravilla natural, la Laguna Madre.
REGRESAR IRREMEDIABLEMENTE
De día, la Laguna Madre parece platearse con los rayos del sol pero como casi caída la tarde irremediablemente había que regresar.
Durante el trayecto el ocaso marcó el color oro en la Laguna Madre. Es inigualable, ni los mejores pintores pudieron concebir el escenario.
El desfile de las pangas indica las tareas: ¡el camarón está reventando!
Un navío de motor, lleva siete pequeñas embarcaciones de madera a las trampas de las charangas.
En el ocaso del día surgen las pangas afiladas, una y otra vez aparecen entre las aguas.
Un bonito espectáculo para un trabajo tan duro y allá se quedan a dormir los "Cocos" de rara belleza.
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